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Mujer Taruk eBook

En dosis grandes o pequeñas, este libro contiene la receta para los estados de convalecencia emocional, incertidumbre, inseguridad personal o revolución interna. En todos los casos, pretende ser un multivitamínico para el alma de las mujeres.

Mujeres Taruk, águilas por antonomasia, humanas de todos los confines, hago un llamamiento. Llenad vuestros jardines de rosas, tomaos tiempo para saborear el mundo, pintad, cread algo por puro goce, meditad silenciosas, sed como el mar que canta y recibe y abraza a todos por igual.
Las mujeres somos criaturas del desierto. Las criaturas del desierto han tenido que adaptarse al calor sofocante de los días, a la sequía infinita de la tierra, al frío que cala los huesos y a la oscuridad de las noches sin luna, sin ruido, sin nadie. Por eso, los cactus, los árboles del Baobab, las palmeras y las mujeres se han visto obligadas a desarrollar complejos mundos internos, sistemas de supervivencia mucho más sofisticados que la más nueva de las tecnologías.
Sobre las doce me leeré a mí misma, me haré trenzas en el pelo, vendrá la lechuza gris y cantaré las canciones de mi abuela. Y sonarán muy alto, por el pueblo y los regadíos, por el océano y el volcán.
En esta luna llena deseo que mi voz se una con las vuestras, que las garras se nos llenen de barro, que nuestros úteros latan como la tierra y sembremos semillas en las conciencias. Esta noche es noche de chamanas.

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En dosis grandes o pequeñas, este libro contiene la receta para los estados de convalecencia emocional, incertidumbre, inseguridad personal o revolución interna. En todos los casos, pretende ser un multivitamínico para el alma de las mujeres.

Mujeres Taruk, águilas por antonomasia, humanas de todos los confines, hago un llamamiento. Llenad vuestros jardines de rosas, tomaos tiempo para saborear el mundo, pintad, cread algo por puro goce, meditad silenciosas, sed como el mar que canta y recibe y abraza a todos por igual.
Las mujeres somos criaturas del desierto. Las criaturas del desierto han tenido que adaptarse al calor sofocante de los días, a la sequía infinita de la tierra, al frío que cala los huesos y a la oscuridad de las noches sin luna, sin ruido, sin nadie. Por eso, los cactus, los árboles del Baobab, las palmeras y las mujeres se han visto obligadas a desarrollar complejos mundos internos, sistemas de supervivencia mucho más sofisticados que la más nueva de las tecnologías.
Sobre las doce me leeré a mí misma, me haré trenzas en el pelo, vendrá la lechuza gris y cantaré las canciones de mi abuela. Y sonarán muy alto, por el pueblo y los regadíos, por el océano y el volcán.
En esta luna llena deseo que mi voz se una con las vuestras, que las garras se nos llenen de barro, que nuestros úteros latan como la tierra y sembremos semillas en las conciencias. Esta noche es noche de chamanas.

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